COMPARACIÓN ENTRE ZAZEN Y LAS POSTURAS de la 
LAOJIA TAIJI QUAN de QUANYOU
Y LA ÚLTIMA FASE DE CADA MOVIMIENTO EN TAIJI
Comenzaré por hacer una breve descripción de lo que es el  zen.
El Zen es ante todo la práctica de zazen:  sentado de cara a la pared, concentrado sobre la postura, la respiración tranquila y la mente clara. Zazen es la vuelta a la condición normal del cuerpo y mente, la condición original. Es una experiencia única. La comprobación íntima de la no dualidad, más allá de la religión, más allá de los conceptos, más allá del lenguaje. Hablar del zen es una empresa paradójica, es como intentar describir el sabor de una manzana a alguien que nunca ha probado una.

LAPRACTICA DEL ZEN ES EL SECRETO DEL ZEN.
Zazen es difícil, lo sé, pero, practicando con regularidad, es muy eficaz para ampliar la conciencia y desarrollar la intuición.
Zazen no solo libera una gran energía, es una postura de despertar. Durante su práctica no hay que buscar conseguir algo, sea lo que sea.
Tres puntos son fundamentales: la concentración sobre la postura, la respiración, la actitud de la mente.
Estos tres pilares fundamentales para la práctica de zazen, se combinan y armonizan con la práctica y desarrollo del Taiji Quan.
La postura en zazen es como la aplicación de la técnica en los movimientos en el Taiji Quan, es la base sobre la que nos tenemos que mover y coincide la primera fase de cada movimiento del Taiji Quan, la fase A : QI (introducción o comienzo).
La respiración zen tiene un papel principal tanto en la postura de zazen como en la práctica de las forma de Taiji Quan. Tiende sobre todo a establecer un ritmo lento, poderoso y natural, basado en la espiración. Esta debe ser tranquila, larga y profunda, ejerciendo sobre los intestinos un leve empuje hacia abajo. La concentración sobre la espiración desarrolla una gran energía en la cintura, los riñones y la cadera. Desarrollando y acumulando el océano de energía o Dan Tien situado bajo el ombligo.
La respiración puede corresponder con la fase B: CHENG (desarrollo).
En la práctica de zazen, se puede recurrir a esta respiración en los momentos difíciles para controlar las emociones y tranquilizar la mente.
La actitud de la mente surge naturalmente de una profunda concentración en la postura y en la respiración al igual que en la práctica de los movimientos en el Taiji Quan.
En esta fase el sistema nervioso está relajado, el cerebro primitivo en plena actividad. Se está receptivo, atento al máximo con todas las células del cuerpo. Se piensa con el cuerpo, inconscientemente, sin usar energía.
La actitud de la mente, es similar a la fase C: ZHUAN (cambio) cuando se realizan los movimientos de la forma.
Esta fase tiene su fiel reflejo en la práctica de zazen en lo que se llama KINHIN (La práctica de pie, la práctica vertical.)
Esto nos permite afinar la observación consciente de cómo nos movemos en la práctica del Taiji Quan aplicando las bases fundamentales para la correcta ejecución de los movimientos.
En referencia a la última fase de la ejecución del movimiento. La fase D: HE (conclusión).
Tomo como referencia un aspecto fundamental y esencial en la práctica de zazen y que se puede aplicar al Taiji Quan y a la vida cotidiana.
Este aspecto es lo que se denomina en zen; Zanshin literalmente quiere  decir el espíritu  del gesto. Es decir estar en plena  presencia en todos  los gestos en todos  los momentos de nuestra vida.
La práctica del « espíritu  del gesto » teje ese lazo entre  la vida cotidiana y la vía espiritual,  el espíritu  absoluto y el mundo  relativo. Nos lleva así  a vivir cada momento de nuestra vida, de nuestra existencia como  un momento de despertar.
En cada lugar de práctica existen reglas, maneras de desplazarse, de estar y es importante no aprehenderlas en su aspecto formal, histórico,  como  reglas esotéricas que nos vienen  de china sino de forma viva como  un medio  hábil para  alinearnos con la verticalidad del instante presente, para  ser  plenamente donde estamos  y dejar de creer  que nuestra vida pasa en otra parte,  que sería mejor en otra parte.
La práctica del « espíritu  del gesto » nos  saca de la conciencia « fantasma » para  estar presentes en cada movimiento  del cuerpo, en cada gesto que hacemos. Nos permite  habitar nuestros gestos. Es posible  realizar  los gestos con una cuidada belleza y estética, sentir  cierto gozo en la belleza del gesto realizado sin estar en una consciencia habitada. De forma muy concreta y muy sencilla,  por ejemplo  aquí,  cuando estamos de pie, estar en la sensación de la frescura y de la textura  del suelo, estar en la sensación del movimiento  del cuerpo, estar en el corazón de cada sensación y a la vez unidos  al mundo  que nos  rodea.
Es interesante comprender y practicar todas las actitudes corporales en el lugar de práctica y tratar de realizar  esta vía de equilibrio en el propio cuerpo, no estar ni demasiado tensos, ni demasiado relajados en cada una de las posturas.
Cuando entramos en el  lugar de práctica hay que  estar plenamente ahí en ese momento preciso. No estar en esa consciencia fantasma, sino estar ahí, en la acción  de entrar  en el lugar donde practicamos y no convertir nuestra actividad no seguir  los gestos de forma mecánica,  es decir, vivirlos con un espíritu  nuevo,  vivir la experiencia a través del cuerpo, de esos gestos y así  alinearnos con la novedad de la vida presente. No estar atrapado en los pensamientos conscientemente y volver al momento presente tener  una calidad  de atención a todo esto,  habitar  la realidad presente tal y como  es,  es o debería ser la práctica del Taiji Quan.
La concentración no debe ser  rígida, « tendida hacia  », sino más  bien distendida, abierta, ligera en cuerpo y mente y corazón. Estar  concentrado, estar presente no es más  que una forma de hacer, una actitud de la mente sea la que sea la acción  en la que estamos.
Para acabar, la forma más  sutil de zanshin, (el espíritu del gesto) y la más  difícil de realizar  es cuando no hay « nadie» que actúa.
Así concibo como debería  ser la última fase del movimiento según
mi sensación. La fase D: HE (conclusión)
Juan José Armañanzas Les
Monje Zen.
Pamplona, Navarra, España.


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