KARMA Y RENACIMIENTO.
Según la ley del karma, todos  los seres experimentan las conse- cuencias de sus actos, tanto  mentales  como físicos. La miríada  de deseos y miedos de cada vida nos impele a regresar a la vida terre- na para  experimentar los frutos  de nuestros  actos  anteriores, ya sean dulces o amargosDel mismo modo que llevamos las impresiones desde nuestra vida despierta a nuestros sueños, las impresiones resi- duales de nuestros  actos en esta vida nos acompañarán en la pró- xima. El tipo de vida al que regresamos  está determinado, en gran parte,  por  el modo  en  que  vivimos  nuestra  vida  presente.  Los maestros  orientales  mantienen que para  vivir rectamente, por no hablar  de morir  bien, debemos  actuar  sin ningún  apego personal a nuestras  acciones. Para liberarnos del miedo a la muerte  y de la seguridad  del renacimiento, debemos actuar  sin deseo, sin un pro- grama  personal  y sin apego a los resultados.
Los hindúes sostienen que hasta que el alma individual  (jiva) se una con el Absoluto,  el Ser de todas  las cosas, continúa renacien- do.  Buda  también  aceptaba el punto  de  vista  tradicional indio según el cual los humanos están atrapados en un ciclo infinito  de vidas, conocido  como samsara, caracterizado por dukka o sufri- miento.  Según dichas enseñanzas,  no existe una huida  fácil a este


destino,  puesto que nuestro  karma  –las consecuencias  de nuestros actos–  sobrevive  a  la  muerte  del  cuerpo  para  condicionar una existencia  física nueva.  Buda no enseñaba  que el individuo  es el que renace; insistía en que todas las cosas están sujetas a la ley de la mutabilidad o transitoriedad (conocida  en el budismo  como anicca) y que no existe algo así como  una  identidad personal  o alma.  Se trata  de una doctrina conocida  como anatta o «no-ser.» Sin embargo,  el karma  –que puede  entenderse  como  un paquete de energía que contiene tanto  cargas positivas como negativas– es transferible de una vida a la siguiente.
La creencia en la reencarnación y el ciclo del renacimiento no per- tenece sólo a los budistas e hinduistas. Por ejemplo, un fragmento de un antiguo  texto hermético  egipcio afirma que «el alma pasa de forma a  forma  y lamansiones  dsuperegrinaciones son  múltiples.» Existpor  lo menos  upasaje  en la Biblia qusugierquJesús podría  haber  creíden la reencarnación. En Mateo  17:13,  Cristo revela su forma  divina a sus tres discípulos más cercanos,  y luego les dice que su precursor, Juan el Bautista, es en realidad  una reen- carnación del profeta  Elías. Orígenes,  un destacado patriarca de la iglesia cristiana  temprana, describe  el renacimiento en su De Principiis:



El alma  no tiene ni principio  ni fin… Cada  alma  llega a este mundo  reforzada por  las victorias  o debilitada por  las  derrotas de  su  vida  anterior. Su lugar  en  este mundo, a modo  de vasija para  el honor  o la deshonra, está determinado por sus anteriores méritos

Comentarios

Entradas populares de este blog