El dolor en la práctica de Ashtanga no es
algo común. No debemos acostumbrarnos a los dolores. Primero debemos distinguir
aquello que llamamos "dolor" ya que existe cierta confusión respecto
a esta palabra. Muchas veces las personas confunden dolor con sensación de
estiramiento intenso o apertura articular. Ante todo es necesario distinguir el
dolor, la sensación desagradable, punzante, que indica que algo no está bien,
que estamos yendo en la dirección equivocada, que si seguimos insistiendo en
ese sentido probablemente lleguemos a una lesión. Porque el cuerpo siempre
avisa, durante la práctica de asanas, siempre da señales. Y por otra parte está
la sensación de elongación, estiramiento, apertura articular, al cual podríamos
denominar "dolor placentero", ya que si abrimos la escucha corporal,
percibimos los músculos en todo su largo, su inserción, la articulación, y el
mensaje de que se están abriendo, creando nuevos espacios.
Si hay dolor, hay algo que estamos
haciendo incorrectamente. Hay algo que no estamos percibiendo o lo dejamos
pasar por alto. El dolor terminará inevitablemente en lesión, en
lastimarnos.
Hacer yoga consiste en realizar una
terapia corporal y mental, a fin de preparar nuestro cuerpo, organismo,
respiración y mente para estados más elevados de conciencia. Las asanas tienen
por función equilibrar y desintoxicar el cuerpo físico. Cuando hacemos asanas
nuestro cuerpo rompe con esquemas adaptados por
nosotros inconscientemente durante muchos años. Y definitivamente no
es fácil, no es sencillo descontracturar y romper las estructuras. Pero
forzando el cuerpo y provocando dolor no lo conseguiremos. De esa forma nuestra
práctica dejará de ser Yoga, dejará de ser terapia, pasará a ser una gimnasia,
un entrenamiento físico en el cual compito conmigo mismo para ver cuanto más
puedo forzar mi cuerpo. Ante todo debemos saber que la mente, las emociones, la
fe en la práctica, la imagen que tenemos de nosotros mismos, todos estos son
factores que contribuyen a la evolución o estancamiento en la práctica de
asanas. Es decir, por ejemplo, soy una persona medianamente rígida o encuentro
rigidez en ciertas partes del cuerpo, hago una postura y me exijo más de lo que
debo, mi mente me indica que soy una persona rígida y que debo eliminar esa
rigidez, tengo una imagen de mi con la que no estoy satisfecho. Entonces fuerzo
el cuerpo, el cuerpo me avisa, con dolor, ardor, puntadas; dice que el proceso
es largo y no puede suceder de un momento a otro, dice que debes respirar para
acomodarte en la postura, dice que hasta aquí llegaste y es momento de
detenerte. Pero la mente dice que debes ir más. Y entonces sucede la lesión. No
hay unión, no hay yoga. No hay conexión.
Hacer yoga debe ser terapéutico, no
lo olvidemos. Hacer yoga, asanas, debe ser una meditación en movimiento,
donde voy percibiendo el despertar del cuerpo y la respiración, cada asana va
tocando partes del cuerpo, las va abriendo, direccionando, calentando. La
respiración es consciente, es expansiva, es relajante. Y la mente se
deja llevar en ese fluir, sin involucrarse en pensamientos. Lo que importa en
la práctica de Ashtanga, no es llegar al máximo en la asana, es tener una
respiración fluida, constante, equilibrada, y sostener al mismo tiempo los
bandhas, ser concientes de tomar los bandhas. Si logramos estas características
en la práctica, las asanas inevitablemente se volveran mas armoniozas, más
flexibles, más profundas, mas infinitas. Además agreguemos que los bandhas son
el principal factor para proteger la columna de las lesiones. Un buen sostén
interno mediante el uso de Mula y Uddiyana bandhas, permite realizar la fuerza
correspondiente con la musculatura correspondiente, protege la cintura, las
vértebras desde su base, alinea la postura corporal permitiendo posiciones
cotidianas más saludables.
La práctica de asanas debe ser lenta y
armonioza. Generalmente el dolor y las lesiones llegan cuando queremos lograr
una asana y todavía no está listo nuestro cuerpo. Entonces lo forzamos, y
alteramos la respiración. Respiramos rápido y de manera desarmonioza. La práctica
lenta y consciente es la que enciende el fuego interno (Agni),
la que genera el calor necesario para quemar las impurezas que son las que
están bloqueando el cuerpo. Pattabhi Jois dijo: "Con el calor hasta el
acero se puede doblar". Pero ese calor debe venir desde el centro del
cuerpo, debajo del ombligo, ahí se encuentra la fuente del Agni.
Cuando el cuerpo respira como corresponde el calor que genera es tan
intenso que empezamos a sudar mucho. Los músculos necesitan del Agni. El proceso
así se vuelve interno. El fuego es interno y trabaja en la asana desde adentro.
Los movimientos, lentos, amables, permiten a los músculos y articulaciones
llegar cómodamente a destino.
Por el contrario, cuando no respetamos el
proceso, cuando no encendemos el fuego, cuando la práctica se
vuelve solo externa, entonces llega la lesión. Y no hay que sentirse mal por
tener una lesión, no sentir que ha hecho todo mal. Pero si comenzar a
replantearse la práctica, descubrir, estudiar, cuales son los motivos. ¿Cuál es
mi objetivo? ¿Lograr la mayor cantidad de asanas, las más difíciles? ¿Demostrar
a los demás lo bueno que soy con el cuerpo? Practicar yoga debe
ser una actividad que disfrutamos siempre. Y además debe ser una práctica que
podamos hacer toda la vida. No es un entrenamiento de alto rendimiento en el
que los deportistas tienen una vida útil de 10 o 20 años.
Las personas que logran practicar hasta en
su madurez son aquellas que disfrutan de su práctica, que respetan sus límites,
que comprenden el proceso.
Todos los días veo comentarios de personas
sobre el dolor y el pesar que les provoca tal o cual postura. Las describen
como sufrimiento. Si bien el sufrimiento es parte de la práctica de yoga,
reconocerlo, saber su origen y como nos condiciona, eso no quiere decir que
debemos sufrir al practicar asanas. Hasta a veces parece que la gente se siente
orgullosa de su sufrimiento, del dolor que vive día a día haciendo yoga. Esto
es realmente incomprensible. No olvidemos, la práctica debe ser
agradable.
Por eso debo comentar, existen muchas y
diferentes variaciones para las asanas, para los surya namaskara, para todos
los vinyasas. Todas se pueden adaptar a la persona según sus condiciones
físicas, mentales y emocionales. La edad o las condiciones genéticas no son un
impedimento. Solo debe poseer voluntad.
Cuál es la finalidad del Yoga, terapia,
purificación, estabilidad física emocional y mental, autoconocimiento, salud,
felicidad, devoción. No olvidemos, no perdamos de vista el objetivo. Como
reconocemos a un buen yogi, no es aquel que hace las asanas más avanzadas, el
que es más flexible o se dobla más. Es aquel que es ecuánime ante el
éxito y el fracaso, que acepta sus condiciones y las transforma en
bienestar, felicidad. Es quien medita, quien no reacciona desequilibradamente,
quien no es perturbado, quien es sencillo y humilde. Quien es espiritual.
Autor:
Patricia Aballay
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