Dentro del marco de la filosofía china, las personas tenemos dos mentes:
una mente de agua, que se relaciona el pensamiento intelectual y racional; y
una mente de fuego que se relaciona con el pensamiento emocional. El equilibrio
entre ambas es lo que hace que seamos más objetivos y tomemos decisiones
sabias.
La mente de fuego se relaciona con el dantien medio y el fuego del corazón. Es de
características yang y expresa los sentimientos, las emociones y los deseos.
Percibe lo que sucede en el interior de uno y también en el exterior. Es una
mente excitable y a veces confusa. Su función es calentar y por ello perturba
el intelecto. Es como un mono que salta de rama en rama sin parar, deseando una
cosa, deseando otra, siempre inquieto.
La mente de agua se relaciona con el dantien inferior y el agua de los
riñones. Es de características yin. Representa el criterio racional y lógico,
toma control de las situaciones y de lo percibido. Es una mente clara,
tranquila y despejada. Su función es enfriar, por ello calma las emociones. Es
como un caballo, fuerte y útil, pero que necesita adiestramiento.
El proceso por el cual utilizamos la mente de agua para regular a la mente
de fuego, o sea, llegamos al equilibrio mental emocional, se llama “atrapar
al mono y domar al caballo”. Al mono (mente de fuego) debemos sujetarlo a
una cuerda y adiestrarlo, para que permanezca bajo control aun siendo emocional
y excitable. Al caballo (mente de agua) debemos domarlo y ensillarlo para que
esté tranquilo y relajado y de esa manera se mantenga en el camino.
En primer lugar es necesario concentrar la respiración y la energía en el
dantien inferior para lograr tranquilidad y equilibrio. Focalizando la atención
en este punto, uno logra saber lo que quiere. En segundo lugar, observando y
aceptando lo que sucede en el cuerpo, uno logra la paz mental, la relajación
emocional y física.
Claridad y calma surgen de este proceso. La claridad del agua tranquila que
permite que la mente se concentre y defina su intención. La calma del fuego
controlado, por ejemplo de un hogar a leña, que es la fluidez continúa de la
energía. De esta manera es posible utilizar la intención para guiar la energía.
Y es en este equilibrio en el que uno se vuelve objetivo y sabio respecto a su
propia vida.
Pero cuando estos elementos se encuentran en desequilibrio, una de las dos
mentes prevalece afectando la conducta.
Si el agua es muy fría, apaga el fuego del corazón y el pensamiento
se vuelve calculador, excesivamente planificador y obsesivo. No hay
espontaneidad en los actos, surge la rigidez, el miedo y se pierde la capacidad
de reacción. Uno se congela.
Si el fuego es muy abrasador, hierve el agua y de esa manera
surge la euforia, uno se vuelve imprevisible, no piensa en las consecuencias.
Se reacciona ante todo, se es imprudente y temerario. No hay reflexión. El
fuego lo consume.
Para cuidar la energía de la mente de agua hay que cuidar la energía
ancestral que reside en los riñones y la sexualidad. Incorporar constantemente
energía de agua a través de la respiración abdominal, el enraizamiento y el
pensamiento focalizado en el dantien inferior.
Para cuidad la energía de la mente de fuego hay que cuidar la calidad de
energía de fuego que ingresa al cuerpo a través de la respiración y la
alimentación. Comer sano, evitar la respiración toráxica, las adicciones
(cigarrillo, alcohol, etc.) y el estrés.
Bibliografía: "La Raíz del Chi Kung Chino" de Yang Jwing
Ming - Editorial Sirio – ISBN 9788478083930
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