ESCUELA TRADICIONAL SHENJI TAIJIQUAN NAVARRA.
La práctica de la respiración en
la forma antigua de Quanyou
La respiración constituye una
dimensión esencial de la práctica del Taiji quan.
Pero al mismo tiempo, los
expertos recomiendan casi siempre a los primerizos que no se preocupen de ella
y que respiren con normalidad. Ésto, a
diferencia del Qigong cuya gestual, a menudo más sencilla, apunta
principalmente a favorecer el control de la respiración. En el arte del Taiji quan, la finalidad
marcial original, que implica especialmente el sentir los jingdian (zonas del cuerpo donde se concentra
la energía), contribuye a complicar los movimientos del cuerpo.
Como resultado, la práctica de
la forma antigua de Quanyou (Quanyou laojia), exige a sus adeptos que se
ejerciten ante todo en controlar el desarrollo de las posturas en el espacio y
sentir las sutiles variaciones de ritmo que provocan.
Acompañar los cambios
En la antigua forma de Quanyou, la
postura comporta cuatro fases según los cánones de la práctica tradicional.
Estas cuatro fases (qi, cheng, zhuan, he) se articulan alrededor del núcleo
formado por la transformación (zhuan) y conducen a la realización final de la
postura. Algunas fases son largas, otras cortas. Unas se realizan subiendo o
abriendo, otras bajando o abriendo. En la práctica experta, la respiración
acompaña estos cambios de forma viva y no de la forma uniforme de las prácticas
meditativas. Aquí, se pone el acento en
el movimiento, la expresión de la vitalidad, evitando esa reducción de la
movilidad que favorece la instauración de un estado crepuscular de la
consciencia.
Los brazos y el tronco ondulan a
partir de la cintura, mientras que los miembros inferiores se desplazan de
forma circular, parte alta y baja se unifican en el espacio creado por el
movimiento. Todo ésto en perfecta armonía con la búsqueda de la extrema
flexibilidad que fundamenta el arte del Taiji quan.
La importancia del hacer
La referencia al principio del
Taiji contenida en el término taiji quan no nos debe inducir a error. En
la práctica del quan (coreografía marcial), el refinamiento del gesto está
sujeto al arte y no a una receta de bienestar, a una actividad y no a la mera
receptividad. Las prácticas del Qigong exigen ponerse al nivel de un submundo
tejido de soplos de energía.
En efecto, hay numerosos autores,
antiguos y modernos, de la literatura del Taiji quan que parecen rondar esta
preocupación. Sus prácticas caracterizadas por movimientos depurados y una
atmósfera meditativa trasladan la prevalencia de una visión del mundo propia de
las élites letradas de la China tradicional.
A esta concepción de una armonía universal -que sólo acepta el cambio a
condición de que todo quede inamovible (1)- se opone otra tradición encarnada
por los maestros del arte. Esta tradición invita al adepto no a conformarse con
un orden establecido, sino a producirse él mismo en un gesto creativo, a
constituirse en sujeto de su práctica. Tras esta contraposición, vemos dos
concepciones del cuerpo. De un lado, el cuerpo imaginario, idealizado, cercano
a los pensadores de la China inmutable; y del otro, el cuerpo real de la
experiencia cotidiana, el del "hacer".
Un espacio ampliado
Respirar, lo hacemos en cada
momento sin pensar. La introducción precoz de imperativos técnicos de origen
taoísta, budista o impulsados en la tradición esotérico-médica en esta
actividad corre el riesgo de entrañar esas repercusiones negativas que
caracterizan a los Qigong mal o (he podido constatarlo con algunos
"especialistas") demasiado bien practicados (2). De hecho, se trata
no tanto de aplicar recetas respiratorias como de destrabar (liberar) la
respiración. Ésto se puede hacer apoyándose en la actividad del cuerpo y de la
mente. Con este punto de vista, la antigua forma de Quanyou es ideal en la
medida en que esta práctica favorece la movilidad y la expresión de la
vitalidad (shenji) tanto física como espiritual. Los brazos, la espalda, la
cabeza suben, la mente se abre en un espacio ampliado: ésto es lo que llama literalmente a la inspiración.
Las manos bajan, el cuerpo se curva, la
mente se concentra en un punto en una dinámica de retorno sobre sí mismo: estos
movimientos llevan la espiración de la misma manera en que son llevados por la
misma. El adepto va a encontrar un nuevo
soplo en el espacio-tiempo instaurado por su propio movimiento, por su propio
"hacer".
Del cuerpo imaginario/utópico al
cuerpo real
Por supuesto, hay puntos que hay
que respetar. Aquí, los logros de la investigación científica tinen tanta o
mayor importancia que los conocimientos empíricos de los antiguos.
El encabezamiento escrito por Xiang Kairan para una
recopilación de textos sobre el Taiji quan publicado en Shanghai en 1953 (3)
afirma que los mecanismos fisiológicos de la respiración comenzaban sólamente a
ser conocidos por los adeptos al Taiji quan.
Si bien el conocimiento del
funcionamiento pulmonar y en particular de la acción del diafragma ha
favorecido una mejor comprensión del proceso respiratorio en el Taiji quan,
éste no ha dejado de ser calificado como «respiración abdominal» (fushi huxi)
según dos modalidades llamadas «regular» (shunshi huxi) ou «invertida» (nieshi
huxi). En la primera, el abdomen se dilata en la inspiración y se retrae en la
espiración, mientras que en la segunda se produce lo contrario. Sea cual sea el método -el primero iría unido
a la escuela budista, mientras que el
segundo iría más bien con la escuela taoísta- es importante distinguir bien las
concepciones que vuelven al cuerpo imaginario
de aquellas, más eficientes, que son reforzadas por un conocimiento racional
de la anatomía y de la fisiología humanas.
Hacer descender el soplo/aire
Cuando el maestro Gu Liuxin publicó
en 1974 -la Revolución cultural todavía no se había completado- su opúsculo (obra breve) titulado "Cómo
practicar correctamente el Taiji quan (Zenyang lianhao Taiji quan), preconizó
la implementación de la respiración invertida. Esta preconización es tanto más
interesante cuanto que la práctica expuesta en esta obra es la del Taiji quan
simplificada en 24 movimientos. Esta opción, en gran parte influída por una
práctica asidua del estilo Chen, se entiende muy bien en la medida en que el
hinchar el vientre en el momento de la espiración parece manifestar el
esencial «descenso del qi al campo del
cinabrio» (qi shen dantian). Este descenso del soplo, que ya no corresponde
aquí al aire inspirado, responde a «la
elevación del "sinciput"
(parte frontal de la cabeza) vaciando la nuca» (xu ling ding jing). Estas dos
fórmulas constituyen las claves de la práctica respiratoria según la presentan
los textos clásicos del Taiji quan. Obviamente, Gu, que fué el mayor
especialista de la teoría de esta disciplina en el siglo XX, se inscribe en la
continuidad de los maestros leídos. Él
se afanó en unificar las diferentes corrientes alrededor de principios y
procedimientos comunes tales como la respiración invertida. ¿Quiere decir que
este método es el mejor adaptado a las diferentes expresiones del arte del
Taiji quan?
Una respiración razonada
En la antigua forma de Quanyou, el
trabajo específico del cuerpo que hace la riqueza de esta práctica requiere que
la respiración se acomode racionamente al movimiento. En efecto, la flexibilidad del tronco -ignorado en la
escuela Chen como en el Taiji quan simplificado- requiere ciertas precauciones.
Así, cuando el cuerpo se dobla, es primordial que la cintura abdominal mantenga
activamente las vértebras lumbares, lo que implica especialmente una
movilización del músculo transverso y del perineo durante la espiración y por
tanto el hecho de «meter» el vientre. En la inspiración, que corresponde al
tiempo de la elevación y apertura del movimiento, el cuerpo se endereza y
recoge el aire en una relajación torácica favorecida por el descenso
flexionando el diafragma que se transmite hasta el suelo pélvico y libera las
costillas flotantes. La ventaja de esta respiración razonada aparece claramente
cuando el movimiento se acelera y la espiración se hace «explosiva», como es el
caso en la práctica marcial. Ahí también, conviene movilizar la cintura para
proteger el cuerpo, y especialmente la región lumbar.
La brújula de la praxis
Desde en punto de vista del
movimiento rápido, la respiración invertida, que insiste en la distensión de la
cintura durante la «emanación de energía» (fajing), presenta riesgos tanto por
la ausencia de sujeción de las vértebras lumbares como por la presión excesiva
en el abdomen, que pueden suponer, en sujetos con ciertas fragilidades,
prolapsos (descenso de órganos), hernia, etc.
La importancia que le conceden ciertos expertos de Taiji quan indica en
mi opinión una confusión persistente entre el «cuerpo analógico» de las
tradiciones precartesianas (pre Descartes) y el cuerpo real. Se sabe que el
pensamiento chino clásico entiende el hombre en una relación de analogía con el
universo. Esta visión holística, muy
seductora para las mentalidades post-modernas, superpone el cuerpo físico y el
cuerpo simbólico del submundo. Presenta un inconveniente mayor: en vez de
tratar de comprender el primero, se las ha ingeniado para preparar las cartas
del segundo para clasificar todas las conexiones entre microcosmos y
macrocosmos. Los canales de circulación del soplo, sus puntos de encuentro, los
lugares imaginarios del cuerpo tales como las tres calderas (san jiao) asi como
las estructuras orgánicas y viscerales diseñan una multitud de paisajes
susceptibles de interferir en una sana percepción de las cosas. Para no
perderse en el camino, el adepto dispone de la brújula de la praxis, del
"hacer", y de una certeza: desde ayer a hoy el hombre activo de la
producción de sí mismo y del mundo ha sabido siempre respirar a pleno pulmón.
José Carmona
(1) «Hace falta que todo cambie
para que nada cambie» es una cita famosa de la novela "Le Guépard"
(El guepardo) de Giuseppe Tomasi di Lampedusa que expresa toda la ambigüedad de
una visión del mundo que hace coexistir en la misma proposición movimiento
permanente e inmovilidad.
(2) En efecto, como ya he explicado
por otro lado, los niveles superiores de las prácticas del Qigong presentan riesgos
inherentes a todas las vías iniciáticas. No cabe duda de que por esta razón los
maestros se esforzaban en elegir sus discípulos en función de ciertas
cualificaciones, sin que por otra parte esta prudencia ofrezca una garantía de
seguridad a los adeptos. La vulgarización anárquica de las prácticas del Qigong
en China durante los años 1980 multiplicó a tal punto el número de practicantes
que no fué posible ocultar la nocividad del ciertas creencias. La cuestión del
Qigong es pues espinosa y requiere un análisis en la elección de una eventual
práctica. Por ésto, se someterá a las sanas recomendaciones de las autoridades
chinas.
(3) Wu Gongzao, Taiji quan jiangyi,
Shanghai shudian, 1985.
www.shenjiying.com
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